Suenan los niños que cantan y el corazón lo sabe porque su voz está instalada en un lugar de tu memoria al que se accede como desde un olor, lleva directa y ya puedes contemplarte entonces, en un momento justo que es como la infancia aunque seas mayor y suena así, a vocecita pueril entre tierna y pedante porque es machacona pero son huérfanos, crees o te imaginas, y es el espíritu navideño que aflora y no tiene que ver con el dinero sino son las ganas, la ilusión de que tú, alguien de tu entorno, lo más probable esos que después descorchan el champán en el telediario y brindan en vivo y en directo y de nuevo te caen entre bien y mal, tengan ya la vida resuelta, o no. A ti te toca hacer inventario, a través de esa cantinela revivir lo que te fue dado, lo que conseguiste, lo que te queda por lograr.
Yo tuve un espacio sereno de luz matinal que encendía una mujer, una presencia serena trajinando por la casa con su radio encendida y se oía no solo en diciembre aquí y allá. Tengo su sonrisa y vitalidad, su humor desde temprano, su confianza en el presente, en el mañana será otro día, su estar aquí y ahora hasta cuando se marchó. Su eterna presencia. En su alma un nido de pajaritos…
Tuve unas manos limpias, de uñas perfectas, siempre cuidadas de honesto y trabajador, elegantes pescando en Canadá y mientras el ruido del motor, el verde de sus ojos como el de un río primero segoviano, luego gallego, aguas fluyendo a diferente ritmo, cadencia, corriente que ir a dar a la mar. Una nariz señalando al horizonte. La nuez de corcho. A veces navegante y a veces náufrago en el dolor.
Tengo una abuela que destaca de los demás de quien heredé el nombre y espero el don de hacer croquetas como un acto de amor, de cocinar los afectos, con paciencia, a fuego lento, removiendo el sentir de quienes yo elija, estén a mí cuidado, formen parte de mi mesa. Y a mi mesa solo manjares y vino, darme generosa y entera, no escatimar, nada de sobras. Sus dos ojitos azules tras las gafas de pasta, una bata azul o roja, un paseo por el muelle en Pontedeume, el derroche de su abundancia.
Tengo una casa llena de vida y de gente, que sube y baja, entran y salen, traen y se llevan, pasan, se van y se quedan y parece que nuestra familia es aún más grande y es un árbol de potente raíz, de ancho tronco, de generosa copa y amable sombra que compartir, a las duras y las maduras «los de Frutos»… Ibáñez.
Tengo el lugar donde vine a nacer, uno que contemplo cada verano, cada uno de aquellos en los que fui.
El cascabel de mi risa.
Somos cinco hermanos, vástagos de la encina, venimos del mismo sitio y el mismo aire nos agita, el viento que nos golpea en el rostro, la brisa a favor. Tenemos, guardamos un secreto que es un tesoro y vale todo el oro del mundo, ni nos ha faltado nada, ni conocemos necesidad, de alegría nos colmaron el alma para los restos.
Tengo una familia pequeñita a la medida de mis sueños que empieza y acaba por el Amor, que nunca se termina porque es de mar y es azul y a nuestro barco la vida. Los ojos de mis hijos que nunca deje de ver, la luz que les alumbré y ojalá brille siempre en su mirada. Los ojos de él, todas las veces le escogiera, él me quisiera, nos creciera este sentimiento. Nos entreguemos en cuerpo y alma.
Tengo dolor que me atraviesa por dentro y a veces sufro, puede ser tenso, afilado como un cuchillo, molesto, sordo, consistente, tornarse tristeza, transformarse líquido, emerger, llorarlo como una pena. Y hay un llanto atento y lo hay descuidado.
Tengo una lista de quehaceres para cuando me pierdo en la vida. En ella se lee estudiar, leer, escribir, hacer deporte, Pilates de dentro a afuera y de fuera a adentro. Tan simple, tan sencilla es la verdad. Porque tengo un montón de palabras buscando con vehemencia expresarse.
Tengo una biblioteca que agrandar, once libros escogidos, uno al menos por escribir.
La letra de mis canciones. El arrullo de una nana.
Tengo una soledad para hacerme compañía. Y una enfermedad que espero haya vencido.
Tengo ilusiones, me hago, tantas que no se pueden contar y nunca son suficientes.
Tengo una montaña de hielo, un glaciar, un pico rocoso temiendo derrumbarse. Si fuera hecho de mentiras…
Tengo un espíritu que anhela serenidad, unos cuantos valores en los que creo firmemente, unas pocas creencias continuamente a revisión y mi pensamiento, unos mantras que me repito en lenguaje poético mientras huyo de la exigencia de parecer mejor y busco mi ser para habitarme en conciencia, refugio donde morar, escapar del ruido, descansar. Me digo que soy puro amor, que atraigo el amor y que todos me quieren. Lo mismo que yo a vosotros. Mi puñado de amigos que cuento con los dedos de la mano y me faltan tan buenos son mis amigos y la gente que me acompaña, nunca me sobra, que tengo y que, siempre, os guarde.
Tengo una Navidad tras otra, una feliz que vio nacer a mi madre y otra muy triste en la que murió, todas las que celebrar.
Tengo un elefante con nombre de mujer, La Pletórica, y es un poco animal y mucha diosa. Sus cuatro patas firmes al suelo de ética, empatía y generosidad aspirando a la belleza.
Y a la inspiración del poeta, aún, tengo la vida.

Tienes mucho, Eres mucho 😘
I am incessantly thought about this, thanks for posting.
Some really great info, Gladiola I detected this. I’m not spaming. I’m just saying your website is AWSOME! Thank you so much! Please vist also my website.