Mi elefante es grande ande o no ande, es azul como el amor y es gris, mi color favorito, y a veces de colores como los de la India, como Elmer o el que pinté en el patio aquella vez y ahí sigue vigilando mi suerte, protegiendo mi casa, ocupando nuestro espacio sin invadirlo, atento con sus dos grandes orejas cayéndole pesadas a los lados que a veces le tapan los ojos como si no quisiera ver pero sí que quiere y a pesar de sus dos ojos pequeños, almendrados, las pestañas largas y rizadas, sus ojitos graciosos y seductores muy profundos hacia dentro, lo ve todo de ganas, lo mira todo curioso, de lejos, como un niño estrenando la vida, como un joven disfrutándola de plenitud, como los adultos golpeándose de realidad a ratos y como los ancianos, sabio como ellos ve mi elefante, de su mirar sereno y constante como si fuera un río su mirada transcurriendo sobre las cosas.
Mi elefante en ocasiones tiene colmillos y otras no, se los pone y se los quita cuando quiere para estar cómodo, más relajado o más incisivo, según, nunca violento que es manso y si se enfada, que se enfada, sacude la trompa, levanta las patas y brama o se acuesta en un rincón y desaparece que hay días que lo busco y no lo encuentro y hasta que me reconcilio con él que solo quiere cariño y nos abrazamos y lloramos juntos. ¡Cómo llora mi elefante! ¡Cuánto! Como si fuera un bebé, de disgusto, y le caen unos lagrimones redondos y pesados que al estallar contra el suelo suenan plas y el sonido me pellizca el alma y lloro más y sus lágrimas me mojan los pies, me van empapando de abajo a arriba y las mías ruedan y ruedan y en su rodar lo lloran intenso todo hasta lo que no lloré y lo que no se llora y al final, que no sé por qué se acaba pero termina, se seca todo en un pispás, suspiramos y sonreímos. Qué tonto mi elefante, ¡si no era para tanto!
Y lo de las orejas, que no he dicho que vuela porque os va a costar creerlo pero sí, vuela un poco. No en plan avión enormes distancias muy alto por el cielo pero sí trayectos cortos, viajecitos aquí y allá y me dice «¡venga, sube!» y lo hago a horcajadas sobre su lomo blando y me abrazo a él confiada para que me saque y me lleve por ahí fuera a conocer mundo, a conocer el hombre que ya sabéis mi asignatura pendiente, la antropología del amor, tan cursi pero una ciencia milenaria como una tribu nunca contactada, que va tomando forma, cobrando sentido en el campo y es el modelo teórico que ando desarrollando para que nos explique y a partir del cual sueño escribiros.
Es muy silencioso mi elefante, muy calladito esquiva el ruido y escucha y le encanta la música y baila con la trompa. La pone muy derecha apuntando hacia el cielo y blanda la deja caer, la mece a los lados, la lanza hacia atrás sacudiendo suave la cabeza como una melena al viento o la apoya flojito sobre mí parado que vibra mi elefante entero como si llevara dentro un tambor. Imaginaos el corazón de mi elefante, su tamaño y ¡¡cómo late!!: bum, bum… Me quedo sorda oyéndolo y me pierdo en el principio de todo. Y su piel, tan dura y tibia, porosa, con su bello negro disperso, arrugada aquí y allá, su rostro surcado de ellas, de grietas profundas, un mapa tatuado para interpretar que dice de donde venimos y hacia donde vamos. Además de las arrugas tiene una cicatriz y es que mi elefante no siempre fue libre, que vivió atado, de una cadena preso, a un tirano sometido. Mas fiel a su condición, en su docilidad y conformismo, nunca quiso huir de su destino y aún cuanto sabe del dolor, lo sabio y empático que es, lo fuerte y corpulento sucede que él mismo busca deprimido un rincón, se ata una pesada cadena al tobillo y se queda muy quieto lamentándose hasta que el ego vuelve a sangrar la herida. No sabéis entonces qué rabia y qué impotencia, me pregunto por qué tanta maldad y sufrimiento… Luego él solo se cura, se lame la herida, abandona su castigo, perdona el daño y regresa de su mutismo a mí renovado en la compasión hacia los demás y hacia sí mismo.
Mi elefante no habla porque es un animal y como a los animales no le hace falta pero si hablara diría justo lo que quiere decir. Él lo expresa todo tal cual y en su quietud le escucho dictarme bajito. Juntos andamos en busca de un lenguaje esencial con clara vocación de servicio, que sea útil y eficaz, que exprese y comunique, que diga profundo, que suene sincero, de ida y vuelta, cercano y acogedor, que sepa de amor, que nos conecte y esquive el miedo y la soledad. Que a veces por el mismo camino pero más sublime sea capaz de trascender, sea poesía, diga lo indecible, convertirse en canción, rozar el Arte.
Mi elefante se alimenta de tiempo, come tiempo y ganas, ya dije, y está bien hermoso y gordito porque no desperdicia nada y todo le aprovecha. Come presente y a dos carrillos, con la boca llena, masticando sin prisas, esquivando la urgencia, saborea el bocado aquí y ahora. Si es el presente tierno come tierno y si es pan duro igualmente resignado se lo traga, para dentro que va con un sorbo de agua fresca, un traguito de te, un poco de vino saciando de paso esa sed de experiencias que tiene mi elefante que disfruta lo que más los ratitos de gloria, los momentitos fugaces, los instantes sublimes, los chispazos de suerte cuando parece que el tiempo se para y sabe dulce, tan dulce, exquisito. Al contrario que el futuro que no le sabe a nada ni le alimenta, le entra y le sale como si fuera aire dejándolo indiferente de incierto e improbable. Porque los dos sabemos que no hay nada seguro, si seguirá conmigo, si habrá de mudarse; si estaré yo… Pero si hay pasado, que lo hubiera, mi elefante come agradecido el pasado. Un pasado cocinado con mimo a fuego lento en una cocina de mi infancia que huele a casa, a mi madre y la abuela Celia, a pimientos asados, de padrón, a angulas y gambas al ajillo y sabe a croquetas de jamón. Que con el mismo amor, reconciliado y en paz, come el pasado difícil descubriendo en él nuevos matices que le traen de entonces más luz que sombras, salud que enfermedad, alegrías que penas. Se come el pasado calentito como recién hecho y lo mastica despacio disfrutando el sabor, ensimismado en ese acto gastronómico de amor y de cultura, de lo que somos, por lo que fuimos y vamos repitiendo incansables esquivando el olvido. Y es que mi elefante es memoria. Es sobre todo memoria. Memoria viva, encendida remontándose atrás, alumbrando mi ser, pariéndome a la vida, trayéndome de regreso los rostros queridos, los labios, las voces, los sonidos que me narran, la historia que somos, la historia por contar porque mi elefante es de papel, un folio en blanco por escribir, un libro entero e incluso más… Es energía creadora, pura inspiración, la expresión de lo que quiero ser, el sentido a mi existir. Mi elefante es de papel, sus muchas caras, geométrico, su voluntad plegada a otras muchas voluntades, las vuestras, cuando escribir es un acto de egoísmo pero es también la generosidad. Quien me quiera que me escriba, dice, como yo…
Mi elefante hace Pilates, se ríe muy fuerte si se divierte y tiene un espejo para mirarse y verse.
Mi elefante es la abundancia, nada en ella ligero. Repleto de todo, rebosante se desborda en el agua y se tira de bomba con su culo gordo, chapotea y derrocha por la trompa generoso la vida, las cosas buenas que nos pasan, todo lo mejor que tiene, su peso en oro, su bondad y su riqueza. Por eso es que le puse La Pletórica y es la mismísima prosperidad.
Tan de verdad es mi elefante como mi madre, rotundamente cierto, generoso da y me da y sabe qué quiero, lo que necesito antes que yo, justo a la vez. Y vive confiado, orgulloso de mí, muy atento a mis hijos a quien como una abuela mima, dice que son «los más bonitos del mundo corazón perlita del Cantábrico», les adorna de virtudes, les colma de bondades vigilante a su sueño impaciente, e ilumina y alegra sus días mientras juega con ellos ayudándoles a crecer hacia arriba altos, fuertes y rectos mis vástagos como arbolitos plantados en tierra fértil.
En su matriarcado mi elefante no tiene género y bien pudiera ser mi padre, tener los ojos verdes, una barca y un espíritu potente que emanando hacia fuera me atrajera hacia sí y fuera su trompa una atractiva nariz, o fuera por su viril nuez de corcho y las manos perfectas, la elegancia al andar y el sombrero, esa carencia y esa herida de niño huérfano flotando el Eresma, el Eume y hacia la mar… Porque mi elefante es la vida discurriendo, una corriente de agua que fluye y no se detiene, que empuja, que avanza y al final, a su transcurso, se vuelve salada. Y de ahí la eternidad.
Mi elefante soy yo, habita en mí y yo soy mi elefante.

Así es como hoy te sientes… PLETÓRICA!!!
Que alegría me das de leerte también por aquí.
Quien te quiere, te escribe. Pero sobre todo, te lee
¡Muchísimas gracias, Rubén! A mi me encanta que me leas y me escribas y sobre todo que seas mi amigo.
Qué bonito lo haces todo Celia!!!
Me encanta.
Seguiré tus huellas… de elefante
Oooohhh, ¡muchísimas gracias! Un placer caminar contigo, al mismo paso, empujadas de esta energía vital que se contagia.
Qué maravilla amiga! Entro en tu mundo pletórico y me siento bienvenida! Visitaré tu espacio a menudo. Enhorabuena por tu PLETÓRICA!
Mi mundo es el tuyo, querida Laura. Como acariciadas del mismo azar. ¡Y heridas! Muchas gracias por acompañarme.
Me ha encantado. Enhorabuena Celia, da gusto leer cosas tan bonitas, profundas..
A mi me da gusto leerte a ti, querida amiga. ¡Tu huella en mi vida es de elefante! Con el tiempo lo valoro aún más.
Tu pagina, tu esencia. Que emoción!
Ojalá tengas miles de seguidores para leer tu alma. Suerte amiga
¡Qué no me faltéis los que tanto y tan bien me queréis! Y sí, bienvenidos quienes sean y vengan de donde vengan. Aquí hay amor para todos.
Enhorabuena Celia, admiro tu forma de escribir y comparto mucho contigo. Te seguiré siempre.
¡Muchas gracias, compañera! La vida nos quiere juntas y juntas nos va a encontrar persiguiendo un elefante de tiempo y de ganas.
Sencillamente magnífico. He vibrado y resonado muchísimos al leerlo. Enhorabuena y gracias.
Contagiada de la magia pues, ¡no sabes cuánto agradezco tu predisposición! Bienvenida a mi casa, la tuya.
Maravilloso me parece tan tierno, tan soñador, entre otros calificativos.
Me ha encantado
¡Muchas gracias, querida Concha! Me encanta que valores la ternura, te identifico totalmente con esa emoción. ¡Bienvenida!
Así eres tú celia tierna, dulce muy sabia así eres tú tan linda y amorosa tu pletórica es tu lindo reflejo eso me haces sentir. 😗😗😗
Plétorica y generosa, así eres tú, Mayka. ¡Qué placer conocerte y disfrutar tu maravillosa energía! De esa se alimenta mi elefante.
He pasado un momento maravilloso leyendo este manifiesto….
Vaya claridad , vaya profundidad y observación, cuanto amor y agradecimiento…, cuanto honrar y colocar el pasado y el presente..
Gracias Celia por el regalo
¡Vaya Susana! Tú si me honras con tan generoso comentario. Y te lo agradezco muchísimo. ¡Gracias por estar aquí!
Me encanta Celia!
♥️♥️♥️
¡Gracias, María! De corazón.
Pues a mí me ha enamorado tu elefante, sólo un corazón tan bonito como el tuyo puede escribir así, sobre cualquier situación, animal o cosa, eres increíble. Llegaste a mi vida «casi sin querer» como dice Defreds, pero te aseguro que aquí te quedas. Te sigo y te escribo. Mucha suerte con el proyecto, te harás grande y te ayudaremos, besacos.
A mi me engrandece contar entre mis amigos con gente como tú, me llena de orgullo (y satisfacción) y me hace sentir pletórica de ganas y de amor. ¡Igual que mi elefante!
Que forma tan increíble de describir un alma, una maravillosa alma, llena de palabras mágicas para compartir tan generosamente. Muchas gracias por los momentos que regalas. Me siento muy feliz por ver que vas teniendo un poquito de la inmensa visibilidad que tus letras merecen. Por favor, sigue regalándonos tu luz.
Pues hablando de luz siempre me atrajo la tuya y es tan bonita y cálida como se anuncia. ¡Muchísimas gracias por dar sentido a esto que hago! Un placer que me acompañes, espero no defraudarte.
Que da gusto leerte.
Que es fácil imaginarte es sencillo.
Me dejas adentrar en tu pensamiento.
Sigue por favor sigue creando.
Gracias ser especial.
Te dejo entrar y quedarte, Vero, porque ¡eres una persona con una sensibilidad de pletórico elefante! Muchas gracias.
Como me gusta este elefante Celia, Enhorabuena, un beso
Porque hace Pilates y es generoso como tú, entre otras cosas. ¡Gracias, Paloma!
Veo una mujer muy sensible y luchadora en los ojillos de ese elefante. Gracias Celia, por compartir tantos sentimientos.
Y yo leo una mujer sensible y muy amable. ¡Muchísimas gracias!
Celia, gracias x compartirte pletórica conmigo, q frescura… Cada día estoy más contenta de q Dios o la vida te pusiese en mi camino.
Yo también. Ya te quería y solo había oído hablar de ti. ¡Ahora sé que era una buena intuición!
Me ha encantado Celia, espero que continúes escribiendo así, con ese sentimiento y esa calma.¡Tú vales mucho profe!
¡¡Y tú que me leas, Marta!! Os quiero un montón.
Es preciosa y tu sensibilidad me ha hecho sentirme bien, eso me ocurre cuando las palabras llegan muy dentro.
Mi sorpresa ha sido doble porque tampoco sabía que escribías.
Un beso.
¡Me encanta si he podido llegar a ti y hacerte sentir bien con mis palabras! Creo que no puede haber mejor sentido. ¡Te lo agradezco un montón!
Que tierno Celia,con lo poquito que te conozco ,en este texto se trasluce al instante que ese elefante sos vos,nadie lo dudaria,beso enorme!
Y gracias por tanta dedicación en lo que haces.
Qué bonito Gisel, ¡qué luz la tuya! De día claro…
Que sorpresa! Pues te conocía como la simpatía encarnada en ti, la alegría que transmites a todo lo que te rodea, las ganas que pones a todas tus actividades, por diferentes que sean, el apartado súper madre…. Pero encontrarte aquí, con esa forma de escribir, que me ha transportado al interior de tu historia y al mismo tiempo sentirme un elefante, eso sí, un poco diferente del tuyo. Me ha parecido maravilloso.
Enhorabuena artista. Un abrazo para ti y los tuyos
¡Oh, Jesús, que me emociono…! Tu elefante es de los míos, sí, con esa misma energía contagiosa que nos arrastra detrás. Seguro que si se conocieran se querrían, como yo a ti, y coincidirían, incluso ahora políticamente. Jajaja. ¡Muchísimas gracias!
Celia me encanta tu narración y lo trasparente que te muestras. Deseo que nunca lo dejes y nos sigas mostrando todos tus valores. Con cariño.
¡Muchísimas gracias, Pilar! Cuánta ternura en tus palabras… Y cariño. ¡Abrazo fuerte!
Hace poco que nos conocemos Celia pero que maravilla encontrarte en la vida y leerte en tu Pletórica. Mil gracias por compartir tu elefante tierno y guapo, tus croquetas que me hacen recordar a quien me las hacía y ya no está, y tanta poesía y lectura que hace disfrutar los ratitos que se van teniendo tranquilos en la vida. Mucha suerte con tu proyecto!!!!
¡Muchas gracias, María! Qué suerte haberte conocido y coincidido contigo. Se ve que tenemos inquietudes similares y siempre es un gusto compartir la vida. ¡Seguiremos encontrándonos!
He sentido una bonita serenidad; pero, son muchas cosas más. Ojalá, una tuviera ese Arte que tú tienes para poder expresarte lo que trasmites cuando se te lee.
Ese «elefante» que tú tienes es muy poderoso!
Ohh, ¡cuánto me alegro de eso, Toñi! Muchísimas gracias. Seguro que tu lo expresas de otras maneras.
Gracias por compartir tus reflexiones acerca de tu elefante que eres tu… aquí tienes a otro elefante un poco mas torpe y mas viejo pero tus clases me hacen sentirme una gacela con algún que otro taco cuando nos haces sudar la gota. Me encanta tus clases y me gusta tu persona y esa dulzura cuando nos hablas.
Eres alguien muy especial, Encarna. De esas personas que no irrumpen de pronto, como un elefante en una cacharrería para emplear el símil, si no poco a poco van llegando al corazón. ¡¡Joder!!
Hola, Celia,
¡Qué agradable sorpresa toparme con este rinconcito tan personal!
Soy compañero de Juanjo, que me dio las referencias para encontrar tu sitio. Enhorabuena por compartir este pedazo de tu mundo interior que, por cierto, voy a seguir con interés.
De momento ya has hecho algo por mí, que es inspirarme y algún día compartiré contigo mi archivo. Sin embargo aquí no lo haré, ya que considero que estamos aquí para disfrutar de tu trabajo y gozar con que lo compartas con nosotros.
Estamos en contacto. Un abrazo.