Empezamos por las croquetas sin caer en la cuenta que la esencia era el sofrito pero siempre hay tiempo de volver al principio y comenzar de nuevo, querido Ángel Muñoz. Entendida la gastronomía como un hecho cultural pero sobre todo como un generoso acto de amor sea el sofrito el primer paso de todo plato que vaya a regalarse y compartirse trascendido ya el plato personal, individual para uno mismo, el yo me lo guiso yo me lo como de Juan Palomo, el me frío un huevo y listo, el típico filete con patatas. Como una evolución de los macarrones o espaguetis que haces cada vez para todo el vecindario y tienen algo de pueril aunque los hayas revisado y hagas la pasta como cuando jugabas con plastilina, que algo hay de eso y se necesitan excusas para volver al juego. Tu primer sofrito la consecuencia del lugar que ahora, justo en este presente que te ocupa, ostentas, desde donde otros dependen culinariamente de ti y ya no sirve cualquier cosa. Que buscas sorprenderles, quieres cuidarles, alimentarles, regalarles algo que llevarse a sus bocas que salga de ti, que tenga valor, que sea cierto y pase, vaya a pasar, haya pasado por las manos que nos distinguen y son nuestra extensión, la del alma hacia fuera pero tan herramientas las manos, instrumentos que nos sostienen, herencia de otra manos atrás de quienes nos guisaron, nos guisan aún y por la boca, entre los dientes, en la lengua y hacia dentro tragamos historia y un gusto familiar, un sabor querido. Y empiezas por la cebolla, apenas sabes desnudarla y torpe con el cuchillo el primer corte en dos y luego trocitos nunca iguales al principio, el brillito húmedo de la cebolla, las lágrimas que afloran y ya aprovechas si tuvieras algo que llorar, si te faltaran, si te acordaras de alguien probablemente tu madre en similar actitud, llorando lo suyo, dejándolo ir para salar al gusto, un pelín de amargura quizá solo existencial y pelar un ajo, no saber si entero o picado, grande o pequeño, dudar un poco pero avanzar, cortar el pimiento a tiras, rojo y/o verde alegrándote, venirte arriba en la vista, la tabla llena, tu obra en pedazos y a la sartén pero y ¿cuánto aceite? Generoso el chorro que esa es la esencia de la cocina, entregarse sin reservas, con abundancia, como a ti te gusta recibir. Harías el primer sofrito y no entenderías el concepto de dorarse la cebolla, de volverse trasparente y cuándo el «a continuación añada» porque el tiempo es una abstraccion que se concreta en lo pequeño, en el transcurso de lo que hacemos a veces tan nimio, tan banal como un sofrito y sin embargo solo nos faltaría mirar y recordar, observar la tradición, permitir el aprendizaje previo para ser dignos herederos de la magia con la que de amor a raudales y cariño desmedido, en cada sopa y en cada gesto, en la leche que nos dieron, nos educaron el paladar. Volveríamos a empezar por el sofrito y nos re-conoceríamos en la distancia como una suerte de encuentro, tú y yo, para soñar antes o después esas croquetas de justicia.

Increíble Celia, creando belleza hasta de un sofrito.
Todo, hasta lo más simple, puede ser embellecido si se encuentra la forma correcta.
¡Muchísimas gracias, Concha! En verdad detrás de estos pequeños gestos se esconden verdaderas muestras de amor. Son las que se echan de menos cuando faltan.
Me encantan tus relatos culinarios Celia, con muchos ingredientes…cebolla , pimientos , cariño, familia….
Todo bien juntito , como debe ser y tú lo escribes genial!
Sí, María, qué buenos ingredientes esos. No puede fallar el guiso… ¡Hay que darse cuenta de ello!
Que bueno, k razón tienes con lo de la cebolla ella aflora los sentimientos, mi Celia me encantas😗😗😗
Mi Mayka bonita, cuando toca llorar toca. Lo bueno es saber cuando no y disfrutar la vida, ¡comérnosla con patatas!
Qué importante preparar y prepararse, en la cocina y en el amor, que es lo mismo, el sofrito creativo de la vida que nos lleva a la vida misma, o a las croquetas, tus croquetas, que es lo mismo. Gracias Celia por cocinar la vida this way 🙏🏽 buen provecho 😋
Y qué placer encontrar en la mesa y el amor gente como tú. ¡Tan sabrosa!
Menuda maravilla Celia.
Tan despacito, tan suave, tan poco a poco, tan de nada a todo…
Sólo tú podrías llevarme a ese viaje tan rico y sabroso…
Gracias a ti el sofrito será algo sagrado…
GRACIAS.
¡Gracias a ti por inspirarme, Ángel! Sin duda lo eres.
Me encanta todo lo haces con mucho cariño😘😘😘
¡Pues mira quien fue a hablar! Vuestra cocina es mágica. A mi me teletransporta directo a momentos muy, muy felices. ¡Gracias, Paz!
Como nos gusta cocinar…Amiga Mia!! muakis
¿Verdad? Que no les falte nada a los nuestros… Te quiero, amiga.
Que bien huele ese sofrito con guarnicion de poesía creativa. 😘
Me encanta que te guste. Te invito todas las veces. Y te agradezco!
Ay, es que la cocina es como conectar con tus ancestro en el momento presente… Esas recetas heredadas…
Qué bonito, Celia.
Nos sale enseguida la vena antropólogas… Y la herencia, claro. ¡Muchas gracias, guapa!
Has cocinado muy cada una de tus palabras y como siempre nos haces sentir con cada uno de los cinco sentidos que tenemos, en algunos casos hasta seis. Gracias por llegar cada día hasta nuestras mismísimas entrañas con tus relatos. No nos dejes de querer Célia Bella.
Qué preciosidad lo que me dices, Kika. En verdad es al degustarlo vosotros y apreciarlo cuando cobra sentido. Así que muchísimas gracias. También por escribirme.