Deviniendo. Voy mejorando… Consigo empezar a ponerme nerviosa la mañana del día de la mamografía y ni siquiera mucho. Va poco a poco en aumento, incrementándose cuando subo al coche de camino y según me voy acercando al hospital y aún crece cuando aparco el coche, entro y me dirijo a la sala de espera de rayos, alcanzando niveles exhorbitantes cuando es mi turno. En la cabina en que me desvisto se para el tiempo y accedo a otra dimensión, un plano metafísico, entre dos mundos. Del lado de acá dejo la vida, todo lo que me importa, es el plano existencial. Del de allá es propiamente el hospital, el ingreso a la enfermedad y los enfermos, algo como la finitud, pura ficción. Y entre medias la frontera, un no lugar, el limbo donde se decide la suerte, la expresión del azar, el número 11, mi buena estrella, lo divino si crees…
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Tiempo
IV. De la serie Escribiendo…
Escribiendo es desaparecer. Por el sumidero de la conciencia uno es el líquido que se escapa para acceder a otro estado donde ya no se es sino el instrumento, el canal por el que transita el idioma como si aún faltara qué decir, fuera necesario: prestar las manos, empuñar el bolígrafo, dar rúbrica a la palabra, ponerla en pie o en cursiva. Desaparece el ego avergonzado solo de la intención, el atrevimiento, la disposición a escribir, inventar el lenguaje a sabiendas que es un acto de comunicación y habrá un tercero, invariablemente un interlocutor a quien dirigir las letras que, del reconocimiento y el respeto, nacen valientes. Su origen es del mundo, nombrar las cosas, solo que a veces, por el camino se desvirtúan, igual que la realidad en la ficción del papel, o del espejo, pierde la consistencia de los hechos, fracasa la intermediación; es como podría no haber sido y hay mucha prosa y menos poesía, se han muerto los poetas, apenas hay lectores que quieran leer, cuestionarse, ponerse en duda, fundirse con el autor, olvido de sí…
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Cielo anterior
Un rostro, el mío, es la superficie. Del cielo. La del pantano, un mar en calma. De viento, de brisa, de lluvia, de gracia bailan y se agitan las aguas, un ojo aquí, otro allá, la nariz, labios que ansían. Relieve, picos y valles. Todo vuelto hacia dentro, al interior contenido flotando a la deriva de un tiempo para el amor, suave balanceo, sutil corriente de vida. O visto hacia arriba desde lo profundo los sentidos al exterior, límite de nosotros, proyectándose hacia fuera…
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Sale al tapiz.
Dicen: «sale al tapiz Celia Cortijo». Y sale.Como a mis ojos su luz. Como el sol por las mañanas. O la luna en las noches claras. Igual de inevitable. Alumbrándome.
Sale al tapiz y hay en ese gesto un paso al frente. Una voluntad. Hay valentía y seguridad. Firme decisión tomada. E ilusión. La de los niños aún. Muchas ganas.
Sale al tapiz y yo la miro salir, desfilar. El paso grácil, la frente alta, femenina y de gacela. La admiro…
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En un Día de la madre…
Tenía la esperanza, casi la certeza, que la encontraríamos porque Belén no es de perder nada. Pudiera ser de apariencia despistada pero no es tal. Muy al contrario y gracias al desarrollo de una capacidad natural e inteligente de apego seguro y relación con el medio, le aparecen cosas, la encuentran, le llegan, le llueve gente, vienen a ella; todos quieren ir con Belén y tiene mucha sabiduría en general y golpes fuertes de intuición sobre lo que hay que hacer cuando necesitamos algo, dónde hay que acudir para conseguirlo, la mayoría directamente a su casa, además de un vínculo fortísimo con las ánimas benditas del purgatorio para los casos de mayor desesperación. Lo suyo es hacer, es hacedora nata, desde la declaración de la renta, facturas, una mudanza, resolver asuntos administrativos de cualquier tipo, cocinar, demoler un suelo, arreglar y curar, hasta salvarnos la vida a los demás a cada rato como sin querer….
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II. De la serie Escribiendo…
El tiempo es escribiendo… Pasa y queda. Es sobre todo presente que se actualiza, pasado que se renueva; promesa, premonición. Tiempo atrapado, escrito en alguna parte que al leerlo se diluye, vuelve a fluir. Es mis letras aladas alzando el vuelo, convocatoria a una cita, encuentro con lo venidero ajena a un destino causal. Simultáneo acontecer sin antes ni después de todo lo que me pasó, me pudo haber pasado, todo posible y ya cumplido, amalgama de experiencias, aquello a lo que dar sentido al escribir y hacerlo a mi gusto, me quede bonito, le guste a mi madre, lo leas tú, sea, redundante, escribiendo, la historia por escribir, apenas dejar escrita. Ensayar y repetirnos en espiral…
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El sitio de mi conciencia.
Me preguntaba cuánta basura al día somos capaces de producir. Me respondía, mucha. Al menos yo una cantidad ingente. Desde que me levanto hasta que me acuesto un montón de inútiles pensamientos que vierto al mundo, aunque no pronuncie, contribuyendo a su contaminación, intoxicación, deterioro. Basura informativa, no pongo el des que me da coraje pero no informa, de análisis, contenido, explicativa, de diagnóstico, crítica, pretendidamente resolutiva, predictiva, catastrofista, ilusoria…
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«Celia»
Toda esta lluvia
Un temporal
A despeinar las ideas
Lluvia que cae
Mas no te alcanza
Plomiza y helada
De tu ausencia
Retumba pertinaz
O lluvia afilada
Desgarra el tiempo
Lo parte en dos
De un lado tú
Del otro la lluvia
Como alfileres
Cruje impaciente…
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Anatomía arbórea
Un árbol es una lección de anatomia. Sustancia y forma. Presencia e inspiración. Es de donde venimos y a donde vamos, madera de deriva, tronco al que asirse, flotar, fluir de las corrientes. Un cuerpo al aire, la brisa entre las hojas, savia que nos recorre. Alma y latido. Yo soy palmera que aspira al cielo, crezco a lo largo. Miro la mar. Surco un tiempo generoso, de incertidumbre, cuanto me pasó, me pudo haber pasado. Los árboles que vendrán. Vendrían. Entonces tuve una encina, ancho su pecho, generoso aún, provengo de ella. Y en el amor el roble, un pino verde, otra encina recia, viril, castellana; haya en otoño. Un fuego vivo amenazando arder y abrasarnos juntos…
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