Un árbol es una lección de anatomia. Sustancia y forma. Presencia e inspiración. Es de donde venimos y a donde vamos, madera de deriva, tronco al que asirse, flotar, fluir de las corrientes. Un cuerpo al aire, la brisa entre las hojas, savia que nos recorre. Alma y latido. Yo soy palmera que aspira al cielo, crezco a lo largo. Miro la mar. Surco un tiempo generoso, de incertidumbre, cuanto me pasó, me pudo haber pasado. Los árboles que vendrán. Vendrían. Entonces tuve una encina, ancho su pecho, generoso aún, provengo de ella. Y en el amor el roble, un pino verde, otra encina recia, viril, castellana; haya en otoño. Un fuego vivo amenazando arder y abrasarnos juntos…
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Sueño
Una música…
Tu cuerpo es un viento afinado que sopla la música a través, poderoso instrumento que el tiempo agita, salpica y ondula igual que las aguas del mar, sabe lo mismo, un gusto a sal, sinuosa melodía latiendo al compás de las estrellas una noche de tantas, vibrando a una intensidad de cuerda en la menor, sentirte cerca, encendido venir, quedarte, fiel marea presagio de un fluir, corriente, vida que respiro entre tu pecho, un pulsar de teclas que tocan aquí y allá, pianista en el océano…
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Ítaca
Aventura del presente eras tú, horizonte e incertidumbre. Héroe de mí, instante afecto. Y luna, espejo de suerte, reflejo de río devenir, conciencia del mundo afuera, profundo beso en los labios por conocer, probar el ser, iniciarme a este duelo de eterno transcurrir, muerte, imposible destino del que vencida, del vacío o las cenizas, renacer. Mientras, antes que todo pase, acabe la gesta, vuelva el tiempo a agotarse, se marchiten las rosas, dure este sueño, inmenso sentir. Sea belleza, placer estético. Celebración de almas. Encuentro sagrado que despierte sentido a la contradictoria existencia. Desgastarnos en el acto, continuo el verbo. Erotizado discurso, diálogo de los sentidos, asombrosa narración, vulgar habla, perfecta comprensión. Y como en un mito, de él nacidos, sobresalir tu figura, recortarse nítida en un pedestal distinguido del resto, mástil, pico de la montaña; la mía raíz a la tierra, palmera erguida, esbelta apuntando hacia el cielo…
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Reivindicar La Pletórica.
Reivindicar la Pletórica era reivindicar la alegría sin necesidad de hacerlo expreso porque para eso vino a mí, ella vino a mí y era solo dejarse estar, devenir el curso de los días, como por el río fluir sin oponer resistencia y aguardarla paciente, en esa dulce espera que es la fe ciega, la confianza plena, el convencimiento y la total seguridad en lo que ha de ser y se ha dispuesto para ti. Y ser alegres más que un estado como condición, procurarnos el corazón contento, amanecer con ilusión y cada noche al acostarnos llenas de esperanza confiar en la vida…
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Me adivinaras…
Envuelta en hilos de plata
Haces de luz del cielo
Tejieras para mí un vestido
Con que vestirme de novia.
En una barca viajaras tú
Vestido de ella surcando el río
Que atravesara mi sueño
De arriba a abajo
De fuera a adentro,
Marinero aventurado remando
A favor de la corriente…
Con tus manos a pluma
Escribieras este poema
Para peinarme el pelo
Adornarlo de vivas flores
Inventado ya el misterio…
Con uno solo de tus dedos
Me dibujaras los labios
La sonrisa en mi cara
La risa en el interior
Un jardín profundo…
Con la punta de la lengua
Supieras de nubes mi pena
Bebieras las lágrimas
Tragaras salado mis dudas…
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A través del espejo
Un espejo en mi habitación
Hacia dentro y hacia atrás
Hecho de tiempo y de ganas
Que me mira descarado
Me ve y no me ve
Me conoce y no
Y a ratos sueña conmigo.
De dos orillas somos
A la suya, allá o acá,
Viniera yo a reflejarme
Que tengo el amor que tuve…
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Perdóname
La casa partida en dos,
cada uno de un lado
como nuestra cama vacía,
en la mesa el pan duro.
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De la serie tiempo y sueño
Despertarse de pronto, apenas un poco y tratar de apresar un sueño que es una sensación y anda aún medio transcurriendo, todavía sucediendo si es que soñar fuera de esta manera y hubiera antes y después… (…)
De la serie tiempo y sueño
Se abre una puerta en tu sueño que siempre está abierta, entornada al menos, probable y posible, y que cada vez que atraviesas llegas a un lugar en el que ya estuviste, del que no regresaste, al que aspiras, que te espera y acogedor te aguarda, dormido o despierto. Y apareces en ese salón, esa casa… (…)