El amor en los tiempos del coronavirus transcurriría diferente, con una cadencia distinta, demasiado lenta y anhelante, agitada en la impaciencia a ratos y constantemente desacompasada a las horas antes, al reloj de antaño y al impulso febril de los amantes confinados en sus respectivas hogares condenados a extrañarse, a sentirse lejos los cuerpos recién, ya conocidos o aún por conocerse, creando otro espacio, un lugar común posible donde seguir queriéndose las almas, cien por cien consagradas, explorando e inventando un lenguaje capaz de expresarles, enunciar los minutos de grave ausencia pero y los otros, la mayoría instantes de plenitud evocándose, pensándose mutuamente, averiguándose en todo alrededor. En la tarea más nimia intuirse y reproducir la sonrisa del otro, su gesto de aprobación, de conformidad, la sorpresa, el guiño cómplice, su arrugar la nariz, fruncir el ceño, beber la copa…
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Reloj
De la serie tiempo y sueño
Despertarse de pronto, apenas un poco y tratar de apresar un sueño que es una sensación y anda aún medio transcurriendo, todavía sucediendo si es que soñar fuera de esta manera y hubiera antes y después… (…)
Quiero un reloj de cristal
Quiero un reloj de cristal
frágil, de arena blanca,
húmeda y fina en la playa
que contenga la inmensidad.
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