Qué bonitas las lenguas como seres vivos. Concebidas puro deseo, intención, nacer ya necesarias. Como al invento del fuego misterioso origen para alumbrar la ignorancia, de dentro brotarle al hombre la voz, emanar un caudal, en la esperanza expresar la emoción. Inspiración casi divina, de las cavernas a la luz del día salir del aislamiento, reconocernos unos a otros y descubrir, interlocutores, comunicar tanta belleza alrededor. Pronunciarnos en sonidos y por las orejas penetrar el sentido, calar hondo su comprensión, líquido diluirse para repetirnos, volver al seno materno, metáfora de nuestra existencia, la historia una y otra vez. Y darles cobijo entre los brazos. Cálido abrazarlas. Asistir a su niñez, más o menos favorable, atenta, y verlas crecer, hacerse fuertes, superar la adolescencia e ir madurando, adquiriendo alcance, presencia, capacidad para nombrar las cosas, decirlo todo, callar, representar la realidad individual pero y la de los pueblos, manifestar la personalidad, el carácter, la cultura, la idiosincrasia, traducir el habla. Multiplicarse en palabras, su forma sin forma, inmateriales pero cantantes y sonantes…
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Lenguaje
Decir del mundo
Hablad las bellas palabras
Entonad grave su sonido
Decir del mundo,
Que se pudiera contar
Todo cuanto existe
Poner nombre a las cosas
Y esto fuera el pan
Aquello la rosa
Como el alimento o
Sutil el olor por la nariz…
La Pletórica repitiéndose.
Ella vino a mí.
En forma de elefante.
De tremenda envergadura, exultante de abundancia.
Retumbar de pasos.
Su olor brisa de la tarde.
A mí, distinguida del resto.
Cálido su ser, fuego excavado en la roca.
Ruido de estrellas, brillante amanecer.
Eterna.
A deslumbrarme…
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De la serie lenguaje y ganas
Habría selección sexual y no sería por el lenguaje sin embargo a mí me llegarías por la voz, la primera vez que te escuchara directamente dirigirte a mí si tuvieras algo que decirme y no solo eso, que fuera importante, valioso. Sin estar todo ganado me entrarías, se orientarían tus pasos, empezaría el camino juntos. Y el sonido…
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X. El amor en los tiempos del cólera.
Quien me quiera que me escriba y de oficio sentarme a una mesa en un mercado concurrido, lleno de puestos y color, de bullicio y alegría, con apenas unos folios, sobres, una pluma de madera que me hubieran regalado o directamente mi móvil, las mil y una notas de Google keep, como ahora, para escribir cartas, sobre todo de amor, como esta, si quisieras, mi querido lector, cliente en potencia y a cambio de nada, si acaso un gesto, la emoción en tus ojos, media sonrisa, un vino o un café, ganarle un rato a la muerte. Inventar otros discursos…
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De la serie lenguaje y Amor
Encontrar un lenguaje que no debiera decirse y enunciara de posibilidad una realidad improbable. Que aquello que quisieras que fuera pudiera ser más allá de lo ideado porque ya tuviera lenguaje y a través hubiera sido nombrado sin pronunciarse. Que fuera algo más que una ficción, no tanto como un hecho, y te incumbiera y hablara de ti y te transformara por dentro. Ojalá un lenguaje que permitiera ser al amor algo…
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De la serie tiempo y lenguaje
Encontrar un lenguaje que sirva a la narración, que transcurra lineal en el tiempo o salte de adelante a atrás, de atrás hacia delante con coherencia y cuente la historia que quisieras leer, la que te sorprende, la que te encuentra inevitable y te traspasa ingenuo de ella hasta ahora que ya es parte de ti y te perseguirá siempre, donde vayas en tu conciencia o subconsciencia, las historias que recuerdas…
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De la serie tiempo y lenguaje
Encontrar un lenguaje abreviado que de a poquito diga más y traerlo desde el exceso borrando lo innecesario, escribiendo lo justo para que nombre mejor, tan bonito… (…)
De la serie tiempo y sueño
Despertarse de pronto, apenas un poco y tratar de apresar un sueño que es una sensación y anda aún medio transcurriendo, todavía sucediendo si es que soñar fuera de esta manera y hubiera antes y después… (…)