Suenan los niños que cantan y el corazón lo sabe porque su voz está instalada en un lugar de tu memoria al que se accede como desde un olor, lleva directa y ya puedes contemplarte entonces, en un momento justo que es como la infancia aunque seas mayor y suena así, a vocecita pueril entre tierna y pedante porque es machacona pero son huérfanos, crees o te imaginas, y es el espíritu navideño que aflora y no tiene que ver con el dinero sino son las ganas, la ilusión de que tú, alguien de tu entorno, lo más probable esos que después descorchan el champán en el telediario y brindan en vivo y en directo y de nuevo te caen entre bien y mal, tengan ya la vida resuelta, o no. A ti te toca hacer inventario, a través de esa cantinela revivir lo que te fue dado, lo que conseguiste, lo que te queda por lograr…
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Ilusión
Querida Silvia:
A veces me creo que La Pletórica es la abuela y que nosotros somos una manada de elefantes tan mágicos como ella y podemos hacer las cosas que ella hace como sorber quince litros de agua con la trompa y soltarla en un potente chorro con precisa puntería aquí o allá. O hacer pompitas de jabón redondas y perfectas, irisadas de todos los colores hacia el cielo y verlas ascender mientras nos reímos sin importarnos nada más que eso, ese momento bello, todo aquí, tan de ahora, sin cuestionar qué ocurrirá después o importarnos qué ocurrió antes, reírnos de estar en eso con una risa franca, a carcajadas, manifestar sin pudor la alegría de vivir y disfrutar lo más sencillo, las pequeñas cosas que nos pasan a los elefantes, estar juntos, tener comida, habitar la selva desde hace tanto tiempo y admirar y celebrar su belleza varias veces al día, muy especialmente cuando sale el sol, cuando se pone y ser ese el reloj que marque las horas sin prisa, gastadas de a poquito entretenidos en el juego…
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Ya tiene nombre
Muerdo suave tu oreja
y el mordisco es tibio
entre mis labios dulce.
Sube del cuello un aroma
me inunda por la nariz
esencia de duende
que lo envuelve todo.
Como si emanara de mí
te llevara por dentro y…
Contra mi miedo tus ganas
desnudando este cuerpo
dolido, de poco pasado,
desecho en ti, banal, el ego…
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Ya vienen los Reyes…
Van llegando los Reyes Magos por una senda de tierra que atraviesa mi tiempo desde la infancia hasta aquí, largo el camino siguiendo mi buena estrella, brillando sus siete puntas, luciendo en un cielo frío de diciembre, la noche oscura, la luna de turno alumbrando el conocido sendero lo justo. Y desde tan lejos que vienen no pierden el rumbo, las ganas, fieles al encuentro conmigo cada año…
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Cosas de las que nunca se tiene suficiente:
Hay cosas de las que nunca se tiene suficiente. A saber:
– Ganas. Suficientes ganas. De vivir. Porque hay vida antes de la muerte… De divertirse y de reírse con ganas. De morirse de ellas. De no quedarse con.
– Amigos…
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