La Pletórica vino a mí. Este ser en su ser, pura esencia, todo abundancia, también para recordar, ensayar la memoria. Cinco toneladas de saber acumulado. Heredado de sus ancestros, de la matriarca antes que ella y esta de la anterior y de ese modo una madeja de tiempo hacia atrás para tejer siglos de historia, atravesados de ella, porque ser elefante es aquí, es ahora que late la tradición en cada gesto. Y tiene sentido porque así lo atestigua, puede dar fe, la más anciana del lugar, tanto más respetada. Ella que conoce, atesora, el legado de la manada. Un elefante surcado de arrugas, rotunda presencia, viva representación de la cultura, fantástico depósito de incólumes patas sobre las que se asienta una biblioteca de transmisión oral que guarda y es custodia del relato que los narra. Y dice dónde está la hierba fresca, emana el agua, los kilómetros de distancia que hay que recorrer haciendo surcos los colmillos, como en el cerebro los recuerdos, cicatrices en que anida seguro el dolor, la más profunda alegría, sembrando alimento aquí y allá, abriendo camino su dura piel la maleza para quienes vienen detrás, albergue las enormes huellas en el suelo de animales pequeños, señalando su instinto los límites del hogar. Éste -imaginado, soñado o real-, hasta donde alcanza la vista el cobijo y a su cuidado asegurar el orden, el equilibrio…
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Generosidad
Ya vienen los Reyes…
Van llegando los Reyes Magos por una senda de tierra que atraviesa mi tiempo desde la infancia hasta aquí, largo el camino siguiendo mi buena estrella, brillando sus siete puntas, luciendo en un cielo frío de diciembre, la noche oscura, la luna de turno alumbrando el conocido sendero lo justo. Y desde tan lejos que vienen no pierden el rumbo, las ganas, fieles al encuentro conmigo cada año…
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La Pletórica
Mi elefante es grande ande o no ande, es azul como el amor y es gris, mi color favorito, y a veces de colores como los de la India, como Elmer o el que pinté en el patio aquella vez y ahí sigue vigilando mi suerte, protegiendo mi casa, ocupando nuestro espacio sin invadirlo… (…)
Ahora cuidaba un mirlo
Ahora cuidaba un mirlo que había encontrado en la calle, entre las fauces de un gato y a punto había estado de pasar a mejor vida si no llega a ser porque le chistaron y el gato asustado abrió la boca y lo dejo caer aún vivito y coleando y lo había llevado a casa donde curiosamente guardaba un nido que había aparecido hacía tiempo no sé donde porque era así que le llegaban las cosas… (…)