Escribiendo es desaparecer. Por el sumidero de la conciencia uno es el líquido que se escapa para acceder a otro estado donde ya no se es sino el instrumento, el canal por el que transita el idioma como si aún faltara qué decir, fuera necesario: prestar las manos, empuñar el bolígrafo, dar rúbrica a la palabra, ponerla en pie o en cursiva. Desaparece el ego avergonzado solo de la intención, el atrevimiento, la disposición a escribir, inventar el lenguaje a sabiendas que es un acto de comunicación y habrá un tercero, invariablemente un interlocutor a quien dirigir las letras que, del reconocimiento y el respeto, nacen valientes. Su origen es del mundo, nombrar las cosas, solo que a veces, por el camino se desvirtúan, igual que la realidad en la ficción del papel, o del espejo, pierde la consistencia de los hechos, fracasa la intermediación; es como podría no haber sido y hay mucha prosa y menos poesía, se han muerto los poetas, apenas hay lectores que quieran leer, cuestionarse, ponerse en duda, fundirse con el autor, olvido de sí…
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Escribiendo...
Cielo anterior
Un rostro, el mío, es la superficie. Del cielo. La del pantano, un mar en calma. De viento, de brisa, de lluvia, de gracia bailan y se agitan las aguas, un ojo aquí, otro allá, la nariz, labios que ansían. Relieve, picos y valles. Todo vuelto hacia dentro, al interior contenido flotando a la deriva de un tiempo para el amor, suave balanceo, sutil corriente de vida. O visto hacia arriba desde lo profundo los sentidos al exterior, límite de nosotros, proyectándose hacia fuera…
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Sale al tapiz.
Dicen: «sale al tapiz Celia Cortijo». Y sale.Como a mis ojos su luz. Como el sol por las mañanas. O la luna en las noches claras. Igual de inevitable. Alumbrándome.
Sale al tapiz y hay en ese gesto un paso al frente. Una voluntad. Hay valentía y seguridad. Firme decisión tomada. E ilusión. La de los niños aún. Muchas ganas.
Sale al tapiz y yo la miro salir, desfilar. El paso grácil, la frente alta, femenina y de gacela. La admiro…
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En un Día de la madre…
Tenía la esperanza, casi la certeza, que la encontraríamos porque Belén no es de perder nada. Pudiera ser de apariencia despistada pero no es tal. Muy al contrario y gracias al desarrollo de una capacidad natural e inteligente de apego seguro y relación con el medio, le aparecen cosas, la encuentran, le llegan, le llueve gente, vienen a ella; todos quieren ir con Belén y tiene mucha sabiduría en general y golpes fuertes de intuición sobre lo que hay que hacer cuando necesitamos algo, dónde hay que acudir para conseguirlo, la mayoría directamente a su casa, además de un vínculo fortísimo con las ánimas benditas del purgatorio para los casos de mayor desesperación. Lo suyo es hacer, es hacedora nata, desde la declaración de la renta, facturas, una mudanza, resolver asuntos administrativos de cualquier tipo, cocinar, demoler un suelo, arreglar y curar, hasta salvarnos la vida a los demás a cada rato como sin querer….
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III. De la serie Escribiendo…
Escribiendo es un espacio que habitar, un lenguaje que es la patria. Vivo aquí. Cuido lo que escribo como lo que digo y es mi casa. El cuarto, la silla, una mesa, la cama, el sofá, los libros, el jardín, las plantas que riego y veo crecer al vertiginoso ritmo de un idioma doméstico que se entretiene y narra lo cotidiano, se reconoce expresivo en la emoción de lo que tocan mis manos, mis hijos, el pan, un cachorro, el amor profundo, varonil de los hombres de mar, amante azul que mira mientras escribo y no hace falta que me lea porque lo respira, de mis labios bebe, lo alimenta, complaciente me intuye…
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II. De la serie Escribiendo…
El tiempo es escribiendo… Pasa y queda. Es sobre todo presente que se actualiza, pasado que se renueva; promesa, premonición. Tiempo atrapado, escrito en alguna parte que al leerlo se diluye, vuelve a fluir. Es mis letras aladas alzando el vuelo, convocatoria a una cita, encuentro con lo venidero ajena a un destino causal. Simultáneo acontecer sin antes ni después de todo lo que me pasó, me pudo haber pasado, todo posible y ya cumplido, amalgama de experiencias, aquello a lo que dar sentido al escribir y hacerlo a mi gusto, me quede bonito, le guste a mi madre, lo leas tú, sea, redundante, escribiendo, la historia por escribir, apenas dejar escrita. Ensayar y repetirnos en espiral…
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Descolgando el espejo, la vida…
De frente espejo. De Matsuyama, de la suerte, al fondo brillo, reflejo mío. Y en el centro, disputándose, debatiéndose la vida… Toda en este cuarto, continente y contenido. El mismo tiempo. Me reconozco, los años como un suspiro… Prórroga para despertar, desafiar los sentidos, repitiéndose en el duelo de la muerte, pasada o venidera, nuestra […]
Rendición
Rendición sí. Plena. Puro cobarde. Concederle tregua al desánimo, dejarse vencer. Sucumbir a la vida que se sabe, previsible, gastada, ya vivida. Y repetirse en este duelo. Morirse un poco cada día, ir agotando la luz hiriente a la sombra de un árbol que no cobija ni es seguro, ni es más árbol que su sombra.
Olvidarse del pasado, desterrar lo viejo, estrenarse en afectos y que sea lo que parece, cuanto se espera. En un pozo sin fondo dejar el alma tendida, limpia nada que la ensucie, grieta ni cicatriz, superficie bruñida como un espejo donde mirar sin verse, solo de afuera casi ajena, perfecta apariencia, líquida diluirse, luna de plata temblando fría y superficial. Un mar en calma, transparente, el cielo de cristal…
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Celebración
Escribiendo es ser… Deviniendo se destilan las palabras.
Vengo a decir, sin ánimo de ofender ni cortar el punto a nadie, hoy sábado de marzo de este año de mi suerte en esta era, el tiempo ahora, que todos, yo la primera o más que os escribo, participamos de una y la misma ignorancia. La realidad nos guste o no, y objetivamente no es que nos esté quedando muy bonita, no es la causa del profundo malestar que sentimos, al contrario, es producto, el resultado del sueño, tan a menudo pesadilla, pues tiene raíces profundas, de nuestra mente…
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