Habría selección sexual y no sería por el lenguaje sin embargo a mí me llegarías por la voz, la primera vez que te escuchara directamente dirigirte a mí si tuvieras algo que decirme y no solo eso, que fuera importante, valioso. Sin estar todo ganado me entrarías, se orientarían tus pasos, empezaría el camino juntos. Y el sonido…
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Relato Corto
Confesiones III
El otro día fallecía un señor en su casa al incendiarse la cantidad de cosas que acumulaba. Una muerte típica de diógenes,(¿por qué será?, ¿quizá catarsis?; polvo somos y en polvo nos convertiremos, cenizas), ¡pobre hombre! Y enseguida pensé que a mí eso no me pasará. O puede que sí indiscutible a estas alturas que los extremos se atraen, se tocan y se puede ser capaz de algo y su contrario, de la pasión al odio, que más que principio y final hay un continuo, un defecto puede convertirse en virtud y a la inversa. Pero en fin, que me enrollo y en ese momento lo que verdaderamente pensé, irreflexiva, refleja y relajadamente tomando un vino y alentada por mis hermanas que me conocen bien, es que yo no podría ser diógenes…
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De abrazar la incertidumbre
Lo que fue perder lo único incondicional, lo que hubo de cal y hubo de arena sin llegar a entender cuál mejor, en mi salud y en mi enfermedad, lo que llegó a mi vida o se marchó, lo que dejé correr, si alguna oportunidad se me escapó, entre la quietud y el tiempo fluyendo a distinta intensidad, cadencia, transcurrir obvio, deslizarse sutil, agitado o turbio, el viento a la cara o a favor, en la paradoja y la ambigüedad, la realidad que me afirma y me niega, lo que me pasó y pudo haberme pasado, sucediera, lo eventual, lo que hubiera de venir, acontecerá seguro, estuviera escrito o no en el destino y si se pudiera escribir fuera de mi puño y letra, en negro o azul, un poco en cursiva, solo legible con intención de quien quisiera dejarse los ojos para mirarme y me descubriera a través, verdadera como mis palabras brotando, surgiendo, emanando de donde nacen según si son flores…
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Cinco horas con Mario
De necesidad volver cada tanto a Delibes y Cinco horas con Mario, un rato con Lola Herrera, tiempo de provecho cumplirse algo importante acompañada de quien más admiro y constatar que somos nuestras palabras, esclavos de ellas. Las que decimos, pronunciamos, y expresan nuestra realidad, la construyen, nos definen, miden nuestros afectos, nos dan sentido…
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Pro feliz y copróspero 2021
Cómo se puede despedir un año así. Si tuviera sentido interrumpir, acabar en un momento preciso lo que es un continuo y fluye hoy lo mismo que ayer, a su deriva vamos, transcurriendo igual un instante que el anterior y difícil distinguir el presente a no ser instalarse sabiamente en el ahora y vivir de este modo, olvidados del pasado ya resuelto, comprobado su desenlace, consumado. Pero quién sabe de eso. Acaso el niño, quien ya estuvo allí, en su derrota el fracasado y viniera de vuelta, aquel que se iluminó, quien conoció la locura, el sabio que trascendiera.
Once más once del once más uno.
Suenan los niños que cantan y el corazón lo sabe porque su voz está instalada en un lugar de tu memoria al que se accede como desde un olor, lleva directa y ya puedes contemplarte entonces, en un momento justo que es como la infancia aunque seas mayor y suena así, a vocecita pueril entre tierna y pedante porque es machacona pero son huérfanos, crees o te imaginas, y es el espíritu navideño que aflora y no tiene que ver con el dinero sino son las ganas, la ilusión de que tú, alguien de tu entorno, lo más probable esos que después descorchan el champán en el telediario y brindan en vivo y en directo y de nuevo te caen entre bien y mal, tengan ya la vida resuelta, o no. A ti te toca hacer inventario, a través de esa cantinela revivir lo que te fue dado, lo que conseguiste, lo que te queda por lograr…
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Reivindicar La Pletórica.
Reivindicar la Pletórica era reivindicar la alegría sin necesidad de hacerlo expreso porque para eso vino a mí, ella vino a mí y era solo dejarse estar, devenir el curso de los días, como por el río fluir sin oponer resistencia y aguardarla paciente, en esa dulce espera que es la fe ciega, la confianza plena, el convencimiento y la total seguridad en lo que ha de ser y se ha dispuesto para ti. Y ser alegres más que un estado como condición, procurarnos el corazón contento, amanecer con ilusión y cada noche al acostarnos llenas de esperanza confiar en la vida…
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Y era estar vivos.
A veces dolía quererse y era un dolor alojado al fondo cuando se siente intenso y profundo en el centro e irradia a todas partes, con más fuerza hacia abajo, se clava un poco, es la inseguridad que nos vuelve frágiles, vulnerables, el temor que amenaza romper el hechizo, acabarse la suerte, el misterio que no logra revelarse, la confianza que falla… y es imposible saber si mejor dejarlo estar, quedarse, sostenerlo en los brazos, acunarlo en el pecho y cantarle una nana que nos permita soñar si fuera posible mantenerlo así, libre del miedo, cuidarlo como un pajarillo…
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Escribiéndo(me)
En un acto cada vez más íntimo de quien se sienta a una mesa y generoso se dispone a entregarse. Es un hombre, yo lo veo. Desde aquí, por la espalda lo veo. Y podría ser muchos distintos, en común la fuerza, la espalda ancha, los hombros, ambos brazos, ramas de árboles que vendrán, que vendrían, ancho su cuello, la cabeza inclinada, el pelo o no, el filo de las orejas, vertido hacia delante, a eso que mira y no es a mí pero es a mí la intención, las piernas cruzadas hacia la derecha, la izquierda encima, o hacia atrás por debajo de la silla, tierno y virilmente dispuesto…
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